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lunes, 22 de mayo de 2017

Un novillero a la antigua

 Se llama Jesús Enrique Colombo, que aunque hecho en la Escuela Taurina de Madrid, vino desde Venezuela para hacer torero. Se le ve suelto y con oficio.
 Y con valor más que sobrado. Desde luego, en esta tarde de su presentación en el foro no se dejó nada en el esportón. Se mereció la oreja que de forma muy mayoritaria se pidió a la muerte del 4º de la tarde, pero a la que objetó la Presidencia. A los más veteranos, Pablo Aguado y Rafa Serna, no se le pusieron fácil en esta su despedida de Madrid como novilleros.

Jesús Enrique Colombo salió a darlo todo. Y no se quedó con nada dentro. Ya con el que servía para su presentación en el foro, dejó claro que anda con el oficio bien aprendido.
 El montecillo andaba siempre muy suelto frente a los engaños, pero el torero buscó el sitio donde los toros tienen que embestir. La falta de continuidad forzaba en muchas ocasiones al unipase, salvo que el torero se quedara fuera de cacho. 
Lo mejor, una serie sobre la mano izquierda, con  buen manejo de la muleta.
Frente al 4º se le vio vibrante en el manejo del capote, valentísimo con las banderillas --que “Ratonero” se venía encima como un obus-- y  se fajó muleta en mano. Que no todos los pases iban a resultar limpios estaba cantado. No había más que ver la forma de acometer del novillo:¿bravura verdadera o simplemente fiereza? Acudió a quedarse quieto, tratando se llevarlo metido en los engaños y siempre con emoción.
 Las bernardinas finales eran de asustar. Se entregó por completo a la hora de matar, a costa de un fuerte porrazo a la hora de cruzar.
 Lo demás ya corrió por cuenta del Sr. Presidente.

Pablo Aguado se excedió en un trasteo sin historia al segundo y ligó una buenísima serie con la derecha al quinto, que por el pitón izquierdo era un tormento para el torero.
 Rafael Serna, sin suerte ante un manso insoportable, el tercero, y el sexto, un auténtico peligro vivo. Cumplió como pudo.

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