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martes, 19 de abril de 2016

SI HUELVA FUERA SENSIBLE....



...Sí Huelva fuera sensible, estaría en estos momentos mirando hacia las oficinas de la empresa de la plaza de La Merced para comprobar si, en algún momento, se ha visto entrar a algún representante de Emilio Silvera, el torero onubense que, al cumplirse tres décadas de su alternativa, merece un reconocimiento público de la afición de su tierra y, qué mejor forma de homenajearlo, hacerlo en lo que mejor sabe llevar a cabo, torear.

 Huelva fuera sensible, recordaría que Emilio Silvera es el torero que más veces ha hecho el paseíllo en la plaza de toros choquera, totalizando treinta y una las veces que ha cruzado el diametro albero en el que tantas ilusiones han puesto hombres y mujeres. Nada menos que en veintidós ocasiones lo ha hecho como matador de toros, tres como novillero y en seis oportunidades vestido de corto para actuar en un festival a beneficio de una necesidad de la tierra en la que nació. Ha lidiado sesenta y una reses, logrando cortar una oreja a veintitrés de ellas; desorejar a seis y pasear el rabo de otras dos, siendo el primero en hacerlo a veinticuatro horas de reinaugurarse el coso.
 Y es, además, el único torero que ha sido capaz de encerrarse como único espada en tan preciado escenario y hacerlo porque lo necesitaba una institución muy querida por los onubenses, el Recreativo de Huelva.

 Huelva fuera sensible, volvería a vivir la jornada del 2 de agosto de hace treinta años, cuando el difunto José María Manzanares padre, ante la presencia del sanluqueño Paco Ojeda, le cedió a “Arrumbador”, toro negro de capa, marcado con el número 11 y 541 kilos de peso, con el hierro y la divisa de Gabriel Rojas al que, con la muleta lo recibió con unos estatuarios con los pies juntos entre olés, para seguir con series cortas con ambas manos superando así la distracción y falta de fijeza del toro. Con el triunfo en la mano, el choquero falló con los aceros y todo quedó reducido a una vuelta al ruedo. Hubo que aguardar al final del festejo para cortar la primera oreja como matador de toros mientras el público ovacionaba con fuerza la actuación del torero que aquel día dio un paso adelante en sus aspiraciones.



 Huelva fuera sensible, homenajearía a este hijo y padre de toreros de la única forma posible de honrar a los que, orgullosamente, ejercen esta profesión: en el ruedo, toreando, como debe ser, como le gustaría a Emilio Silvera compartir este cumpleaños con sus amigos, admiradores y paisanos.

 Huelva fuera sensible, pediría la inclusión en la cartelería del torero de la tierra. Además de ese homenaje popular, podría darse la circunstancia de que en el mismo abono estuvieran anunciados padre e hijo, algo no usual en este intrincado mundo taurino pero que en esta tierra llamada Huelva es posible si todos ponemos un poco de sensibilidad.

 Huelva fuera sensible, más que una placa recordatoria de la efeméride que se va a conmemorar, le ofrecería a su torero una actuación en su casa de siempre, en La Merced, donde derramó lágrimas de satisfacción por los triunfos obtenidos y lágrimas de dolor por las cogidas sufridas (¿o ya no queremos acordarnos de cómo sufrió esta ciudad el 3 de agosto de 1.997?).

 Huelva fuera sensible, estaría al lado de Emilio Silvera en las próximas Fiestas Colombinas, reconociéndose esa larga trayectoria profesional de casi treinta y cinco años dedicados al planeta taurino.



POR VICENTE PARRA ROLDÁN

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