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lunes, 30 de noviembre de 2015

Maestrantes de nuevo cuño.

Piden cambiar el contrato actual por otro similar al de Madrid.
La "patata caliente" la tiene ahora en sus manos Ramón Valencia.
 Si realmente resulta tan lesivo el actual contrato de arrendamiento de la plaza de Sevilla –que en su origen se remonta a 1932-- , la Real Maestranza le ofrece modificarlo, para que se asemeje a la fórmula que rige, por ejemplo, en la plaza de Madrid. 
Naturalmente, si la institución maestrante modifica el importe del contrato, como contrapartida la Empresa Pagés tendría que renunciar al contrato vigente, que no concluye hasta 2025. Ahora, será cosa de que la Empresa se ponga a hacer los números y a diseñar los distintos escenario que puedan darse en el futuro. 
Lo que habilidosamente la Maestranza ha zanjado es una polémica en la que le correspondía ser el malo de la película.

La Real Maestranza ha ofrecido a la empresa Pagés cambiar el actual contrato de la plaza de toros de Sevilla, para sustituirlo por otro que, en dinero y en plazo, resulte semejante al que rige, por ejemplo, en Madrid. 
La fórmula, y sobre todo el importe, del contrato de arrendamiento, que se remonta al lejano 1932, entre la Casa Pagés y la corporación maestrante ha estado en el candelero desde hace ya más de un año. Para algunos taurinos, resultaba excesivo que la Institución percibiera por encima del 20% de los ingresos brutos en taquilla, porque ello encarecía demasiado los gastos de explotación de la plaza y dificulta alcanzar unas cuentas saneadas y unos precios razonables para las localidades. En concreto, según declaraba hace unas semanas Ramón Valencia a la revista “Aplausos” (nº 1990), el canon es del 25,56%
El contrato actual, que según ABC tiene vigencia hasta el año 2015 --esto es: diez temporadas más-- sigue en sus grandes líneas el suscrito con don Eduardo Pagés, y que era traspasable a sus herederos.
Como la fórmula vigente resultaba, según la Empresa, excesiva y dificultaba la contratación de las grandes figuras, la Real Maestranza ha propuesta que ambas partes renuncien al contrato en vigor y que se negocie otro de nueva planta.
A este respecto, el diario sevillano informaba que en ese nuevo contrato la institución maestrante está dispuesta a revisar el canon, equiparando a los de Las Ventas de Madrid o la plaza de toros de Valencia, cosos de titularidad pública. Como contraprestación, la Real Maestranza exigiría amoldar la duración del contrato a los años que se firman usualmente en esas otras plazas.
Como se sabe, en la actualidad la explotación de Las Ventas fue concedida a Taurodelta con un canon anual de 2.325.000 euros, prácticamente la mitad de lo que estaba pagando anteriormente (5.200.000). El contrato finaliza el 31 de octubre de 2016, tras cumplirse los dos años de prórroga que contemplaba el pliego.
En el caso de la plaza de Valencia –que también es de titularidad pública-- fue adjudicada a Simón Casas para las temporadas 2015-2018, más dos posibles años de prórroga. El canon anual es de 200.000 euros, frente a los 400.000 que pagaba el mismo empresario en su concesión anterior.
Y en el caso de Zaragoza existe un canon mixto: un fijo más un porcentaje de taquilla. De acuerdo con esta fórmula, la empresa paga un fijo anual de 30.000 euros  y a partir del medio millón de euros de taquilla anual se le aplica el 4 por ciento para obtener el canon total.
Con la propuesta de la Maestranza en la mano, ahora le toca a la Empresa Pagés hacer sus números y valorar lo que supone modificar el plazo de arrendamiento. Dos cosas de alguna forma antagónicas son seguras: de un lado, si ambas partes convinieran en modificar el contrato, se estaría produciendo un cambio muy importante, en la medida que la fórmula ahora vigente data, con algunas modificaciones intermedias, de 1939; por otro, si la Empresa no quisiera modificar el sistema de arrendamiento que ofrecen los maestrantes, tendría que dar por cerrada definitivamente toda la polémica que en los últimos ha precedido a esta cuestión.
En el fondo, en una interpretación lineal del tema, bien parece que la Maestranza ha decidido dar carpetazo a toda polémica, trasladando la patata caliente a Ramón Valencia, que será quien tiene que decidir si quiere o no quiere cambio, si el  cambio es a mejor o prefiere quedarse como está.

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