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jueves, 5 de noviembre de 2015

Independencia


Palabra clave, término de moda, que de mano en mano va y ninguno se la queda. Conflicto o virtud.
Independencia, oscuro objeto de deseo, panacea de todos los males, garantía de bondades ciertas o por descubrir.

En el toreo, independencia es sinónimo de no doblegarse ante el poder, apostar por uno mismo y que sea lo que dios (y las empresas) quiera.
Sucede que esa independencia, muy valorada entre los aficionados y jaleada en las redes sociales, no siempre (casi nunca, me atrevería a decir) se refleja en contrataciones, al fin y al cabo lo que todo profesional busca, tanto para expresarse ante el toro como (el aire no alimenta) por humana necesidad.
La Fiesta de toros tiene sus propios códigos de conducta, herencia del pasado más o menos actualizada, y en ellos la pátina romántica tiene tanta buena prensa como dudosa efectividad. La picaresca de antaño o el trato cerrado con un apretón de manos han sido reemplazados por una economía de mercado que no hace prisioneros y sí va dejando cadáveres por el camino. Atendiendo a ello, los toreros buscan su lugar al sol. Bien que hacen, aunque otra cosa es la opinión (libre) que esa búsqueda y su desenlace provoque.
Diego Urdiales ya no es independiente ¿acaso lo es alguien en la vida, incluidos robinsones en desiertas islas?.

El torero de la Rioja, en su independencia, pintaba paredes mientras soñaba esculpir verónicas, naturales y trincherazos. De vez en cuando alguien del negocio (taurino) reparaba en él y allá que iba “el Diego”, con Luis M.Villalpando a su vera. La brocha por la espada, el trapo para limpiar por capote y muleta, el mono blanco por el traje de luces. Así, durante años.
Toreaba Urdiales en Bilbao (como el año en que le llamaron a mediodía para hacer el paseíllo tres horas después) , en Logroño, en su Arnedo, en plazas de la Rioja o Navarra, a veces en Madrid…y todos apreciaban su recio concepto aunque…
Sí, siempre había un aunque que impedía (o era coartada) que Diego Urdiales entrara en las ferias pero, poco a poco, iba entrando en el corazón de los aficionados. De eso no se come, claro, pero algo es algo.
Ese algo fue haciéndose mucho. Y en este 2015, la consolidación, que se abre luminosa al inmediato futuro.
Un futuro que irá de la mano de la FIT. ¡Ah!, la FIT, palabras mayores.
Del proyecto original presentado pronto hará un año, en el que el dinero mexicano se ponía al servicio de la Tauromaquia internacional, se cayó pronto Simón Casas (la parte francesa) y se incorporaron con el tiempo toreros y ganadería (las plazas ya venían de origen). Morante, Talavante, Ginés Marín, Galdós y ahora Urdiales forman el elenco de luces.
Dos figuras, uno que va camino de serlo, un novillero que despierta ilusiones y Diego Urdiales.
¿Se ha vendido Urdiales al oro mexicano? ¿Busca la comodidad en carteles y ganaderías? ¿Perderá su cantada pureza en el camino?...esas y otras maliciosas (acaso malintencionadas) preguntas se hace más de uno y ya anticipan (afirmativamente) respuestas, sin esperar siquiera a las que den el tiempo y los hechos.
No seré yo el que niegue a Urdiales (ni a nadie) el derecho a decidir sobre sí mismo, el derecho a equivocarse o acertar.
Es más, desde aquí, le aplaudo, aunque sea egoístamente (de la mano de la FIT su presencia en las ferias está garantizada). Que sea para bien y nosotros que lo veamos.
Y lo gocemos.
Paco March en Burladero

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