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miércoles, 3 de junio de 2015

El fracaso de Cuadri es de todos

Cuánto sufriría el ganadero, Fernando Cuadri, sentado en el tendido 10, al comprobar, toro a toro, cómo su corrida se precipitaba por las cataratas de la mansedumbre, la falta de casta, la sosería…
 Si él, que es un sabio de la ganadería, no acierta con la fórmula de la bravura, qué se puede esperar del toro de verdad, que acuda con codicia a los capotes, meta los riñones en el peto, galope en banderillas y aguante veinte muletazos.
 Ayer, el fracaso de Cuadri, de ese hombre que con tanto sacrificio y mimo ha entregado su vida a sus toros, es el fracaso de todos, de la fiesta y de los que aún sueñan con el toro íntegro, auténtico, poderoso, desafiante, que provoca admiración, emoción y pasión.


Fue un espejismo el primero, que metió la cara en el capote de Encabo y acudió con cierta alegría al caballo, pero llegó al tercio final sin fuerza en las entrañas. Con andares cansinos se presentó el segundo, que arreó con genio a los banderilleros y acudió a la muleta sin recorrido y la cara por las nubes. Sosísimo y sin fuelle el tercero; con mucho genio el cuarto, sin clase alguna el quinto y parado el sexto. En fin, una decepción desesperante porque este hierro aún mantiene la esperanza de que un día su ganadero pronuncie la palabra “eureka” y todos podamos disfrutar de la bravura.De momento, no es posible, Ayer, otra tarde plúmbea, plomiza, pesada y, por encima de todo, desilusionante.Pero lo peor es que queda el dolor del fracaso; el del Fernando Cuadri, el de todos.

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