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lunes, 20 de octubre de 2014

Sobre el Morante Tour/14


No puede negarse que ha sido hasta un modelo de programación y de promoción. 
Pero eso del tour de las 30 tardes, en ninguna de las cuales había un solo puerto de montaña que subir, ha acabado por convertir su temporada en algo con un punto de ramplonería, eso sí: florecida con detalles gloriosos, que hoy por hoy le resultan suficientes para tener vivas las nostalgias de arte de los aficionados. 
Pero para quien reúne las condiciones de Morante de la Puebla todo eso es demasiado poco, sobre todo en estos tiempos actuales, cuando hay que sacar a la Tauromaquia del "más de lo mismo" tarde tras tarde.



Festejos: 30
Orejas: 19 
Con su tour a cuestas, pero si la bicicleta necesaria para subir puertos de montaña ni ganar las etapas contrarreloj, la temporada 2014 de Morante de la Puebla ha discurrido de forma plácida y tranquila. Todo estrictamente ajustado al guión que tan solemnemente presentó en el Círculo de Bellas Artes. De hecho, bien puede decirse que ganó su propia carrera sin bajarse de ese autobús que tanto juego ha dado de plaza en plaza.
Después de darse de baja en el compromiso de Sevilla, Morante tuvo un paso más que gris por Madrid, en su única comparecencia por San Isidro. 
Y a partir de ahí la campaña se le fue entre manos a mano --que casi nadie había solicitado-- y con toda la camada de su actual apoderado por delante, siempre con media docena de compañeros, ninguno que le diera “cuartel”: todos compañeros de viaje.
Si se repasa ese discurrir del año se observa que tarde arrebatadora no tuvo en la práctica ninguna. Algunas de un mejor nivel que otra --caso de Valladolid o Ronda, por ejemplo--, pero todas salvadas a base de esos detalles grandiosos que tanto exaltan al respetable, incluso más allá de su contenido verdadero.
Precisamente en ese vivir de detalles maravillosos, amén de tener tan a favor a una afición cansada de vulgaridades, es de lo que ha tirado el torero de la Puebla para cubrir su tour.
 No puede decirse que resulta un mero recurso, porque esos detalles valen por muchas faenas de las habituales, pero tampoco cabe afirmar con fundamento que haya sido un año pletórico, ausente como ha estado de todo signo de pelea, de subir ese puerto de montaña que son los gestos que marcan una temporada de quien quiere proclamarse primera figura.
Por más que a este Morante se le haya concedido una bula muy especial, que nace en gran medida de una promoción original y bien, lo cierto es que durante 2014 se ha administrado con extremo cuidado: nada de exageraciones y de mayores compromisos, los justos.
Desde luego, no se puede echar en el olvido que, a base de sus detalles, en la actualidad es uno de los pocos toreros actuales con verdadero tirón. Pero para quien tiene las condiciones de convertirse en un “torero de época”, el balance queda lejos, muy lejos, de lo que le era exigible. Y más en un momento tan complicado para el mundo del toreo como es el actual.
Y es que este Morante, que de una situación fallida es capaz de salir airosamente a salvo gracias a un ramalazo de “pellizco”, hay que exigirle más. Si nos fijamos en el que algunos consideran su antecedente, y que se llamó Curro, son casos muy diferentes. 
Curro no era “el detalle”; era la faena rotunda o el fracaso, que es algo muy distinto.
 Por el momento, Morante ha renunciado a esa rotundidad de la obra pletórica: con detalles gallistas le parece bastar.Por más que disfrutemos sus detalles --¡y cómo no!,  si en la mayoría de las tardes esto es un páramo sin arte sublime--, a base detalle no se construyó nunca la escultura maciza de quien debe marcar un antes y un después.
 Y Morante lo puede y lo debe ser, aunque hasta ahora prefiera subirse en la cresta de un ola pacífica.

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