A pesar de encontrarnos en los días grandes de la feria, con un tiempo espléndido, la plaza apenas llegó a los tres cuartos de entrada. En otros tiempos mejores un jueves de farolillos no cabría un alfiler en la Maestranza. Pero la crísis es mucha crísis y tampoco el cartel era para volverse loco buscando una entrada
Además hubo baile de corrales, toros rechazados y remiendos. Daniel Ruiz se trajo luego unos toros fuera de tipo y la corrida se completó con dos de Parladé. Apenas sirvió, de verdad, un toro, el primero que derrochó genio pero metió la cabeza y repitió las embestidas. Ese toro le tomó la medida a El Cid que no se acopló en ningún momento, vacilante y con muchas reservas.
En el cuarto, que no humilló, anduvo brujuleando de muletazo en muletazo. Perera, con un lote infumable estuvo por encima del primero y tuvo que conformarse con ver huir a tablas al quinto, que no se le fue vivo porque el palco tuvo misericordia.
Y Jiménez Fortes en el sexto no consiguió redondear la faena a pesar de algunos muletazos estimables sobre ambas manos.
Seguimos pues bajo el signo de la vulgaridad. Ni una faena de muleta decente. A ver que pasa hoy con los figurones
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