Buscar este blog

sábado, 19 de mayo de 2012

"Un verdadero día de alternativa

Díaz Cañabate, que no se andaba con rodeos, lo definió como "un verdadero día de alternativa". Ocurrió hace ahora 50 años en Las Ventas, cuando Gregorio Sánchez, en presencia de "Mondeño", hizo matador de toros a Andrés Vázquez. A su segundo toro, "Irónico" de nombre, le cuajó una actuación soberbia, tanto que le abrió la Puerta Grande en un día tan señalado. Se cumplía así el sueño de su vida, lo que tantas veces había repensado cuando dormía en una pensión de la calle Antón Cortés y descargaba cajones de fruta en el mercado de Torrijos para sobrevivir.


Son ya 80 años en el carnet de identidad, pero sobre todo son 50 en el selecto escalafón de los matadores de toros los que se cumplen en esta feria de San Isidro. Toda una vida dedicada al arte del toreo, toda una vida de lucha como pocas se han visto en los anales de este último siglo. El próximo 19 de mayo se cumplirán las bodas de oro de Andrés Vázquez de aquella tarde de la que Antonio Díaz Cañabate escribió al día siguiente en “ABC” como colofón a su crónica: “El gentío salió contento. Había visto un verdadero día de alternativa”.
En el cartel se anunciaban toros de don José Benítez Cubero y en la puerta de cuadrillas estaban Gregorio Sánchez, Juan García “Mondeño” y un torero nuevo pero no joven, zamorano de origen, que se anunciaba como Andrés Vázquez, que tomaba la alternativa. Lejos quedaba entonces el sueño de aquella tarde agosteña del gloria, unida al nombre mítico de “Baratero”. En este 19 de mayo se empezaba a escribir un nuevo libro. Y se hizo con buen pulso y mucho tino.
A sus espaldas traía el que iba a ser nuevo matador de toros una historia larga de capeas y de formación taurina muy a la antigua usanza. De alguna manera, era un caso bastante insólito, a sus años ya, cuando en el toreo la juventud es lo que marca estos inicios. Había que tener demasiada vocación y pasión por el toreo para haber perseverado en el intento durante tanto tiempo. Pero lo consiguió, como para demostrar que en este arte todo es posible, si se pelea con constancia y con empeño.
En las Ventas, para la que iba a ser séptima corrida de la feria de San Isidro había ambiente, además del cartel de “No hay billetes” puesto en las taquillas. “La gente entra alegre a presenciar la fiesta –escribió Díaz Cañabate--. ¡Día de alternativa! La gente no sabe lo que este día supone para un torero. ¡Cuantas horas de lucha, cuántas horas ilusionadas, cuántas desesperanzas! Andrés Vázquez no es un torero improvisado por la propaganda, o por unas actuaciones efectistas. Se ha ido haciendo torero con animoso tesón. En Villalpando no existía tradición taurina. Por Castilla la Vieja es fácil ser labrador. Pero Andrés Vázquez quería ser torero. En cuanto mato un par de novillotes, sus sueños comenzaron. Su sueño era invariable. Tomar la alternativa en Madrid. Camino de la plaza viene Andrés Vázquez. Es el día soñado. Tiempo de primavera”.
El toro del doctorado, por nombre “Zorrito”, por poco corta en seco el acontecimiento. Ya con el capote tropieza al torero y lo zarandea con fuerza. Tres varas tomó y en ninguna fue bravo, para llegar al último tercio reservón y con muchas complicaciones. “Va a lo suyo, a coger, si puede al torero. (…) Y lo suyo no es aceptar de buen grado los naturales que pretende Andrés Vázquez”.
Y más adelante Cañabate escribe: “el sueño no se ha cumplido. Allá en las noches tenebrosas, cuando los días también eran negros, el sueño de Andrés Vázquez era muy ambicioso. Nada menos que cortar las orejas en el día de la alternativa. Queda aún esperanzas porque le queda un toro (el sexto, 515 kilos). ¡Qué nombre tan extravagante tiene este negro bragao! Se llama “Irónico”. ¿Por qué¿ ¿Será un burlón, un sarcástico capaz de poner en ridículo a un torero? Pronto salimos de dudas. “Irónico” embiste con buen son al capote de Andrés Vázquez. Esta cercano el anochecer. Para Andrés Vázquez amanece el sueño del día de su alternativa”. Y efecto, el critico acertaba en su augurio: amaneció, y además esplendorosa.
Toda la actuación del torero de Villalpando fue de un alto nivel. Desde los lances de recibo “con la belleza de la suerte cargada sobre la piernas abiertas”, hasta la estocada final, un “soberbio volapié, ejecutado con absoluta limpieza y hermosura”.
El relato de la faena de muleta deja buena constancia de ello: “Andrés Vázquez, con suavidad, sin dureza, lo recoge por bajo. Buen principio, alejado de los rutinarios postes y de las menos cansinas y tantas veces innecesarias dobladas al mal tuntún. La muleta, en la mano izquierda. Un magnífico natural, y al engendrar el segundo, el toreo es cogido y zarandeado, sin derribarle. Una broma de “Irónico”. Nada. No ha pasado nada. Andrés Vázquez no se aflige. Se enardece. Torea con la derecha con valor, con mando, con la suerte cargada sobre las piernas. Los pases no resultaban totalmente acabados por cilpa de la cabeza alta del toro, falto de la tercera vara y defecto muy perjudicial para el toreo y para el torero. Unos naturales; dos, soberbios, espatarrado, que así es el toreo. Tanto éstos como los en redondo revelan a un torero que ha tomado la alternativa en sazón. Un torero prometedor (¿cumplirá lo que promete?), de logros basados en la pureza del toreo. La faena fue justa, ceñida a las más estrechas y bellas reglas del buen toreo. “El “Irónico” ya no está para bromas. Esta dominado porque está toreado”.
Vino luego el ya relatado volapié, las dos orejas, la Puerta Grande. “Duerme esta noche, Andrés Vázquez, sobre los laureles; pero sueña, sigue soñando. Una lucha finiquitó. Empieza otra aún más ardua que la superada”.
Pasaron los años, vino la tarde “Baratero”, y otras muchas. Hasta hacerse merecedor al máximo homenaje que Madrid puede rendir a un torero: inmortalizar su nombre en los muros de la primera plaza del mundo. Vázquez confesaba con sinceridad: “Nunca olvidaré este día. Era lo que soñaba cuando me echaba a dormir en una pensión de Antón Cortés los primeros años que pasé en Madrid, o cuando me iba al mercado de Torrijos a descargar cajones de fruta para ganar 70 pesetas”.
Y tiene su lógica que así pensara, porque para Andrés Vázquez el ruedo de Las Ventas era la condensación del sueño de su vida torera. Hasta el punto de afirmar sin rodeos:No entiendo como reniegan de venir a Madrid y de su afición que, por cierto, no hay quien la engañe. Madrid es la Corte, la mejor plaza y el mejor público del mundo, para mí, cada vez que me anunciaba allí, era como ir a una boda, acostumbrado a carretas y talanqueras por las capeas”.


1 comentario:

Enrique Martín dijo...

Ayer en la plaza precisamente recordamos en varias ocasiones a Andrés Vázquez. Con lo mal que andaba y andaba en torero, con lo bien que se defendía y manejaba los engaños. Es un maestro al que no entiendo como no se le reconoce del todo lo que ha sido.
Un saludo para todos desde mi exilio isidril.