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martes, 29 de mayo de 2012

Los toros no son economía, son mucho más




Radiografía económica

 



 Presentación del libro 'La economía del escalafón', de Vicente Royuela.
No es común que se hable de economía en una plaza de toros, y menos aún que se presente un libro sobre el mercado laboral taurino.
 Cosas, ambas, muy positivas y que coadyuvan a la taurinización de la sociedad, tan necesaria en estos tiempos descarrilados por el auge de ese deporte nacional que es el odio cainita. Por eso es un honor para mí ponerle el toro en suerte al maestro Vicente Royuela, que me ha pedido que introduzca su libro aportando una breve radiografía de la economía taurina.
Pues bien, para empezar diré que los toros no son economía. No, los toros son cultura, arte. Un arte tan fugaz como capaz de perdurar por siempre en la retina.
 ¿Cuánto vale una verónica de Morante o un natural de José Tomás? No sólo no hay precio, sino que no hay posibilidad de estimarlo. Los toros no son economía en cuanto que no están diseñados para que cada eslabón de la cadena del sector se mueva por el fin último de generar beneficios.
 No, los toros son un romanticismo cultural tan profundo y tan lleno de verdad que no puede evitar dejar una gran huella económica, casi como un accidente necesario (e imprescindible, ojo). Porque incluso en tiempos despersonalizados como los actuales, la verdad vende.
¿Y cuál es ese impacto? Los toros generan cada año casi 2.500 millones de euros. Esto, que podríamos llamar PIB taurino (Producto Interior Bravo) ¿es mucho o es poco? Por ejemplo, es más que el presupuesto de gasto no financiero del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, en el que residen ahora las competencias taurinas.
 A los espectáculos taurinos acuden 40 millones de personas al año en España.
 A las plazas de toros, 10 millones de personas.
Las principales ferias taurinas mueven 1.000 millones de euros al año, como ha calculado otro tauroeconomista de cabecera, Juan Medina.
 Por cada 50 euros invertidos en la compra de una entrada se generan otros 90 euros adicionales para la economía local; es decir, en hoteles, bares, museos... Y los festejos populares son una mina. No hay más que echar un vistazo a los Sanfermines.
Pero por encima de todos destaca siempre Las Ventas.
 Esta casa, que es la catedral del toreo, que quita y da (pero que sobre todo da), también es el epicentro económico del orbe taurino. Partiendo de un escenario prudente, hemos calculado que las ferias de San Isidro y la Feria de Arte y Cultura tendrán un impacto de 47 millones de euros. 15,7 millones de euros en taquilla y 31 en forma de efectos indirectos e inducidos. 7 de esos millones de euros irán a parar, en concepto de IVA, a las arcas autonómicas y estatales
. Queda claro que Las Ventas es una plaza muy rentable a la Comunidad de Madrid.
Económicamente, después de San Isidro, naide, y después de naide, Sevilla, con 27 millones de euros, Pamplona, cuya feria genera 21 millones de euros. Bilbao, con 11... y así sucesivamente.
Les podría dar cientos de datos adicionales. Muchos de ellos, malos, claro, porque como decía Blas de Otero, "vivir hoy es citar desde el estribo", y la crisis no se apiada de nadie. Les podría contar que la atonía económica ha pinchado la burbuja taurina y que el número de festejos mayores que se celebran al año en España se ha reducido casi a la mitad. Y que el 90% de las corridas que ya no se celebran corresponde a plazas de tercera -lo cual da idea de la pujanza de las plazas de primera y segunda, contra viento y marea-. Y que casi ningún ganadero es ya un ganaduros.
 Y que esta reconversión no es del todo mala.
Y que hace falta hacer tantas y tantas cosas para desengrasar la economía taurina que estaríamos debatiendo toda la tarde. Pero aún así, la conclusión es clara: económicamente, los toros se defienden solos. Es tal el músculo económico de la fiesta, que resiste la mayor crisis de la historia reciente. Que aguanta los envites liberticidas de unos políticos estrechitos de sienes (malas hechuras para la res más importante, que es la res pública). Es tal la pujanza de la economía taurina que está soportando con entereza los gañafones desinformados de una facción activista del antitaurinismo.
Sin hacer casi nada, el mundo del toro puede con casi todo. Imagínense si en el sector y desde las administraciones se apostase por una mayor pedagogía, por hacer llegar a la sociedad la verdad de los datos. Por publicar estudios oficiales completos y detallados y por comunicar más y mejor. Imagínense también si hubiera unión entre los distintos estamentos del mundo del toro. Etcétera, etcétera.
 Ya les digo que estaríamos horas debatiendo, pero desde aquí lanzo el guante.
Hay posibilidades muy valiosas para potenciar los toros, como el método de valoración del talento que ha creado Vicente Royuela, que es una suerte de rating que puede venirle muy bien a los empresarios, y del que os hablará él enseguida.
Hace 20 días, un tal Mario Vargas Llosa dijo a unos pocos metros de aquí que "los toros nos recuerdan, de forma gozosa ?y eso es lo extraordinario-, que la muerte forma parte de la vida que vivimos".
 Pues bien, para terminar, me permito versionar al maestro en clave económica:
 Los datos nos recuerdan, de forma irrebatible y esto es lo extraordinario-, que los toros forman una parte importante de la economía. Desde Lima hasta aquí, hasta el rompeolas de la temporada taurina que es la Feria de San Isidro, hoy podemos decir que los toros no son economía. Son mucho más que eso.





 Por Juanma Lamet

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