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miércoles, 16 de mayo de 2012

Está pinchando la burbuja Domecq



 

 


San Isidro
16/05/12.
Toros: MONTECILLO, de excelente presentación pero muy descastados .
Lugar: Plaza de Madrid. Séptima corrida. Casi lleno.
Toreros
EL CID: de azul pavo y oro. Estocada y dos descabellos (silencio). Pinchazo, estocada y dos descabellos. Un aviso (silencio) .
CÉSAR JIMÉNEZ:de rosa y plata. Estocada desprendida y dos descabellos. Un aviso (palmas). Cuatro pinchazos y descabello (silencio) .
IVÁN FANDIÑO:de lila y oro. Dos pinchazos hondos y descabello. Un aviso (silencio). Estocada caída (una oreja) .
Comienza a ser muy preocupante la falta de casta de los toros que se lidian en esta edición de San Isidro. Llevamos cinco corridas de toros y entre todas no se saca un ejemplar que en su comportamiento se parezca al toro bravo y encastado. La corrida de Montecillo, de soberbia lámina, repitió la misma e insoportable moruchez de las anteriores. Se está pinchado la burbuja Domecq y el resultado está a la vista: en Madrid, donde se exige peso y trapío, sale a relucir la falta de casta. La casta es el motor y con tanta carrocería ese motor de utilitario no puede funcionar.

La tarde iba pues en picado. El Cid se mareó de andarle por la cara a sus dos toros. Su primero salió ya rajado de chiqueros, buscando desesperadamente su querencia.
 El cuarto gazapeaba y embestía entre tornillazos y con la cara por las nubes. El Cid se pasó de plomazo en una labor tan anodina como inútil.

 Cesar Jiménez ligó una tanta de derechazos en su primero y otra de naturales, tal vez lo más redondo de la tarde, al quinto. Pero la falta de casta y la sosería inaguantable del lote dejaron aquello en humo. Además no entiendo la mala leche de un sector con este torero que ha abandonado sus maneras afectadas y que intenta hacer las cosas por derecho. Pero está visto que le cae gordo a unos cuantos.



Y Fandiño fue quien se llevó el gato al agua. Su primero se rajó muy pronto pero el sexto se movió y se empleó por el pitón derecho. Fandiño le dió distancia, siempre le dejó la muleta en la cara para ligar los pases. La faena tuvo más vibración que calidad, pero le gente la agradeció porque, al menos, refrescaba la cargada atmósfera de la tarde. Mató de un espadazo en los bajos y la cuadrilla estuvo hábil para que el toro rodara. Una oreja parece un premio exagerado pero al fin y al cabo era el resultado del efecto que en el público se produjo por la entraga y la fuerza de Fandiño.

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